Enfrentar las preocupaciones

Frecuentemente se habla de enfrentamiento de las preocupaciones. Y se olvida que normalmente están relacionadas con hechos reales de nuestras vidas. Siempre están atadas de alguna manera con algún asunto, con alguna cosa que debemos cambiar.

Es absolutamente imposible tener una existencia libre de preocupaciones. Ya que no pueden eliminarse de una vez y por todas, los factores que eventualmente pueden constituir una amenaza para nosotros. Hay muchas cosas que nos importan aunque pocas veces somos conscientes de ello. Y es improbable que todo el tiempo estén a salvo sin la sombra de ningún riesgo.

Si eres como la mayoría de la gente, te importa tu salud. También te gustaría que tu familia esté siempre a salvo. No quieres perder tu trabajo ni tu posición, tampoco tus bienes económicos. Te gustaría dar siempre una buena impresión en los demás. Y tener una carrera brillante, etc.

Cada deseo o aspiración que tengas puede ser el punto de partida de una preocupación. Por cada cosa que tienes o deseas tener está el temor de perderla o no alcanzarla. Nada bueno está totalmente asegurado para siempre. Así que es impracticable una vida sin sombras de preocupaciones.

Siendo así, es bueno aprender a enfrentar las preocupaciones. Pero más que eso, es buena idea que aprendamos a sacar partido de ellas. Y lo primero es saber que las preocupaciones siempre están por alguna buena razón. Es nuestro trabajo averiguarla.

Esa razón puede ser la existencia de alguna amenaza a nuestros intereses. Es decir, hemos advertido que hay algo inconveniente que no estamos seguros de poder combatir. Si ese es el caso, estamos asistiendo a una gran oportunidad. Esta circunstancia nos va a permitir conocer una de las cosas que puede hacernos sentir inseguridad.

Podremos determinarla bien y asegurarnos de que no es imaginaria. Por primera vez podremos comenzar a dedicar tiempo a comprenderla. Trataremos de verla desde distintos ángulos, reflexionaremos sobre ella y nos informaremos bien, algo que tal vez nunca hayamos.

La preocupación nos sirve para darnos cuenta de que estamos carentes de un plan. Sí, porque si algo nos inquieta es porque no tenemos un plan convincente para actuar en su contra. Aprovechemos ahora para elaborar uno lo más efectivo posible para afrontar la amenaza. O mejor aun, preparemos varios planes de emergencia por si fracasa el principal.

La existencia de la preocupación también te está dando una posibilidad adicional que puedes usar. Al aparecer antes de los posibles problemas sobre los cuales te advierte, te está dando tiempo. Y eso quiere decir que te está ofreciendo la oportunidad de contar con un mayor número de opciones para evitar la amenaza que se aproxima. Úsalas para impedir a tiempo que los problemas que te preocupan tengan ocasión de materializarse.

Las preocupaciones son portadores de un gran caudal de energía. Y lamentablemente lo habitual es que lo dejemos perder. Cuando no sabemos usar toda esa energía que se desprende de la inquietud, ésta se revierte contra nosotros mismos. Pero en vez de eso, podemos usar toda esa ansiedad como impulso para actuar. Usa el temor para fortalecerte, para compensar tus debilidades, para estudiar y armarte de nuevos recursos.

Finalmente, existe un tipo de preocupación que se nos presenta ante problemas que no podemos solucionar. Es decir, ante eventos que tendremos que enfrentar de todos modos, por difíciles que sean.

Ese tipo de inquietudes también es muy útil. Nos ayuda a forjar nuestro carácter y a volvernos aptos para soportar las ineludibles adversidades de la vida. Tarde o temprano tendremos que enfrentar circunstancias así. Es muy aconsejable que utilicemos los problemas sin solución como una especie de entrenamiento. Así que en esos casos lo mejor es ponernos fuertes, respirar profundo y estar dispuestos a enfrentar con coraje cualquier cosa.

Autor: Alejandro Capdevila
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